Edición 229 .
Javier había intentado entrar varias veces en El Ronquillo, pero no conseguía que sus negociaciones abrieran las puertas del refugio en el que vivían los “Mercaderes” como se hacían llamar. El mensaje de Silvia era claro, tenía que conseguir aliados allí para asegurar un punto seguro en su camino al norte. Alicia dormía a su lado. Quizá ella fuera la respuesta.
La hoguera se apagó y él aún no se había dormido. El sonido de esas manos putrefactas arañando las puertas y el arrastrar de sus pies hacía meses que no le dejaba dormir. Aunque aquí estarían seguros… probablemente. Estos mercaderes parecían apañárselas bien frente a los zombies. El día 10 celebraban su mercado mensual, era el momento perfecto.
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